Año Nuevo

Es interesante la forma en que los seres humanos nos inventamos ciclos, para ubicarnos desde afuera de ellos, y poder tener la perspectiva de que dichos ciclos circulan a nuestro alrededor, que somos el centro de algo. El ciclo vida-muerte del ser humano es llenado con microciclos que se abren y se cierran y distraen la atención de lo fugaz de la existencia. Tal vez parezca obsecado con la mortandad del hombre, pero es que solo a través de la conciencia de la verdadera levedad de la vida, es que se aprecia la vida misma realmente.
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Dentro de estos ciclos, el más común es el del año nuevo, que es la medida de la vida, en el que concurren esperanzas, planes, proyectos y propósitos; es el catalizador de la mejora continúa que todos esperamos, o más bien con la que todos soñamos.
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Me viene a la mente especialmente una escena de la película Bis ans ende der welt de Wenders, en la que logra confluir magistralmente el dolor, la ilusión y la esperanza; amalgamándolos durante un, precisamente, año nuevo, magnífiamente musicalizada por Solveig Dommartin entre un grupo de músicos improvisados (entre ellos Sam Neill al piano) interpretando Thank you for the days de Elvis Costello, festejando con júbilo en medio de la zozobra de no saber si el mundo ha acabado. Síntesis fiel del espíritu humano.
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Wenders nos muestra los ciclos de forma simultanea, símbolos de fin y de principio: el fin del mundo, la muerte, el incipiente romance, el año nuevo. Tenemos la consigna que todo tiene un principio, y que cada principio tiene su final.
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Aprovechemos entonces el ciclo que empieza.
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Cronomia

-La existencia, al parecer, es solo un accidente de la materia, la conciencia, por tanto, es solo un accidente de la existencia, luego entonces la vida es repetible y la conciencia también, pero se necesitan más que las variables establecidas para que cada una en su caso se dé.- exclamó triunfante, para momentos después, percatarse dolorosamente, de que era un bisquet con mermelada servido en un Sanborn’s.
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0 Percutores esparcidos por el suelo, charcos de pólvora, tubos de cañón cercenados de su cuerpo, calibres irreconocibles formando pequeños cerros de deplorable destrucción, enmarcaban la masacre, en lo que las alas negras, ejecutoras, planeaban una tras otra y abrían fuego contra las inermes víctimas, rematándolas inmisericordes. A ése se le conoció como el día que los patos le tiraron a las escopetas.
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0 - ¿Su nombre? – preguntó el censor, acomodándose la víscera con la goma del lápiz. -Adán – contesto el hombre, al tiempo que le pasaba el brazo por la espalda de su mujer. - ¿Y el de su esposa? – inquirió de nuevo el censor. - Eva - el censor tomó nota y se frotó las manos, orgulloso de concluir un trabajo bien hecho.

La Imposible Victoria de la Rosa

"...við munum gera betur næst,
þetta er ágætis byrjun."
Podría hacer una reseña, podría narrar el viaje, la caminata, el festival, los otros grupos, podría narrar todo eso, pero mi boca sigue muda, mis oídos extasiados, no soy lo suficientemente imparcial para hacer la reseña, no puedo ser imparcial cuando la voz de Jónsi entra en cisma a mi organismo y sigue estremeciendo hasta este momento mi cuerpo y mis sentidos. ¿Cómo ser imparcial cuando esa música suave y emotiva flota en el mismo ambiente que se genera y envuelve y se adhiere a uno? ¿Cómo ser imparcial cuando se está atrapado en esa atmósfera?
Generalmente no me llaman la atención los festivales, me parecen demasiado largos, y a veces sucede que antes de que toque el grupo que uno espera, se tiene que escuchar bandas que no son totalmente del agrado del que los escucha, o a veces simplemente se me hace interminable la espera, parado entre la gente, tratando de conservar el lugar, y ver sencillamente que alguien te empuja y se pone delante de ti, de hecho, siendo sinceros y ahora que lo pienso, creo que no soy muy afecto a los conciertos, pero soy melómano y cuando me entero de que un grupo que me gusta viene, trató de estar allí. En ese sentido fui afortunado, de quizá todas las posibles visitas de grupos que me gustan, el más improbable, los islandeses Sigur Ros, se presentaron en este país.
Primero fue como un rumor, una leyenda urbana que corre de boca en boca, luego fue confirmandose, hasta que por fin, el sábado pasado, el poblado de Ocotitlán, en el valle Sagrado de Tepoztlán , Morelos, fue testigo de la primer gira del grupo por latinoamérica.

Ciertamente hubo bastantes problemas en la logistica y organización, pero la verdad es que ahora al recordar el concierto, solo me he quedado con las imagenes de Andrew Bird y con las seis canciones que nos obsequió Sigur Ros. Solo seis canciones que parecen pocas, y más tras de algunos no pocos años de espera de la banda, pero esa espera, esa espera pudo ser eterna, tal vez la suerte no nos sonrió cuando, después de solo tres canciones Orri Páll Dýrason, se arrancó la diadema que traía en la cabeza y corrió afuera del escenario, tal vez la suerte no nos sonrió cuando el grupo (sin Orri) regresó y solo tocó otras tres canciones más, pero lo que si sé es que nos sonrió en el momento en que esa agupación decidió venir y tocar aquí, y aunque tal vez la situación no se prestó para la majestuosidad que potencialmente se podía adivinar, si nos brindo momentos inolvidables.

En medio de la catarsis interrumpida mientras el nuevo sencillo Gobbledigook es dado a conocer, un cañón de papelitos metalizados de colores disparados al horizonte convierten el manto celeste es una extensión del concierto, al ser llevados por el viento, destellando en el cielo, enmedio de la oscuridad ante las siluetas centinelas de formas caprichosas de las montañan tepoztecas, que como fantasmas en el horizonte, son testigos de como en el cielo, miles de pequeñas estrellas titilan en varios colores, pero uno ya no lo aprecia, lágrimas se acumulan, y se torna todo borroso, todo mágico, un sueño.

Sí, solo fueron seis canciones, fueron un remanso para los que nos encontramos aturdidos por el pop basura, o por la avalancha ineludible de música comercial, tal vez desde su concepto este concierto estaba destinado al desastre, pero, definitivamente a pesar de todos los inconvenientes, siempre habrá valido la pena, y como ellos mismos nos dicen en su canción Agætis Byrjun: "...la próxima vez lo haremos mejor, esto es un buen comienzo".

...para KRMN

Cinco minutos.

A casi dos meses de una oscura sequía literaria, en la que el teclado me ve con recelo mientras la tecla backspace arrasa con furia todas las letras que había escrito y que formaban palabras que en conjunto me habían parecido geniales hace apenas cinco minutos, pero que en esos cinco minutos el crítico interno, ese despreciable alter-ego despiadado, aparece, inquisidor, de la nada, y desmenuza, destroza, despedaza casi atropelladamente toda la idea que, a poco, había florecido. Cinco minutos, y estoy de nuevo en el limbo, o peor aún, en ningún lado, ya que el Vaticano nos ha advertido que el limbo no existe, lo que me coloca en un espacio sin nombre, en este mundo inenarrable donde el principal depredador es el cursor, que no me mira fijamente, sino que parpadea amenazante, pero dejando desazonadamente al descubierto la incapacidad de mis dedos para colocar ideas en este plano, y a razón de cinco en cinco los minutos siguen pasando, y se van convirtiendo en días, y estos se convierten en semanas, y cada vez es más difícil escribir. Leo con envidia otros blogs, unos lo escriben diario ¡diario!, otros de forma hebdomadaria o por lo menos quincenalmente, mientras que este blog parece titilar como anuncio abandonado de neón, entre telarañas oscuras y un vacío silencioso que avanza entre el tiempo, mientras que mi necesidad de escribir demanda un tema cada vez más trascendente, como para compensar el olvido, pero nada parece suficiente. La ironía de pensar que puedo tener mucho que decir y no encontrar como decirlo me sofoca, me sofoca la sensación de tener mil ideas incorpóreas y que se nieguen a transmutar en el cuerpo de un texto… Pero sobre todo me sofoca la idea de que el tema que logró ser trascendente para escribirlo fuera mi incapacidad de encontrar algo trascendente que escribir. Y ahora ya vienen los siguientes cinco minutos.

Miller y la ciudad de México.

El arte es una introspección, en la literatura pasa lo mismo, uno escribe y al escribir deja parte de si mismo en el papel, en la pantalla, en donde sea que se plasme la idea, cada obra es parte de su artista, pero no necesariamente esto quiere decir que la obra contenga toda la personalidad de su creador.
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Nunca me he preguntado si García Márquez tuvo un hijo con alguna de sus primas y que esté haya tenido cola, o si acaso Traven fue carretero, o tal vez que Vargas Llosa haya matado a alguno de sus compañeros en el liceo militar, sé que cada autor utiliza su experiencia para contar una historia, pero si la historia en si fuera totalmente cierta, le robaría al autor la creatividad y la libertad; lo convertiría en un cronista y no en un cuentista.
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He notado un claro paralelo en la Francia decadente de los veintes, y el México actual, en sus calles, en su ambiente, en su gente; la crudeza de la realidad nos lleva a recordar escritores existencialistas como Sartré, como Camus o como Henry Miller; especialmente Miller, que tan bien encaja en esta ciudad, que en su narrativa superior nos describe tan bien al ser humano que todos llevamos dentro y que renegamos de él. De Miller que nos muestra la realidad descarnada de la sobrevivencia del que está preparado a subsisitir, porque sabe que está perdido.
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Esto me da pauta para ubicar en unos párrafos a ese Miller en la caótica capital mexicana, un pequeño experimento para tratar de ver en sus ojos lo que nosotros observamos diariamente, o que quizá dejamos de observar por convertirse en cotidiano. El resultado fue publicado en la entrada pasada, sin embargo creo que debí haber incluido una especie de prólogo, ya que mi experimento propició una serie de malentendidos al ser leído como un diario. ¡Por supuesto que lo que escribí incluye vivencias! pero es un error leerlo como si solo eso fuese.
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Lo que escribí, como todo lo que he escrito lleva innegablemente una parte de mí; sin embargo no es en su totalidad lo que yo soy. Así como nunca se llega a conocer completamente a un hombre, menos se puede conocer a un escritor por su obra. No en el sentido estricto.

Trópico de Piscis

(Tributo a Henry Miller)
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Realmente no existe nada tan liberador, como tener la certeza de tener el alma perdida, de reconocerse inmerso en el limbo, flotando en la nada, flotando sin futuro, el futuro; este se forma con el lento suceder del presente, y solo de esa manera, no se forma con deseos, ni con sueños, ni idealizando, pues todo eso solo lleva a la frustración, y es por ello que no espero nada, solo dejo que todo llegué, que todo suceda, por mucho me preocuparé por la próxima comida. 0 Y no es difícil conseguir alimento en esta ciudad, esta ciudad que bien puede ser fruto de la imaginación de Ducasse en la villanía de sus habitantes, en lo surreal de su cotidianeidad, o viceversa, lo cotidiano de su surrealismo; hasta su nombre te remite a lo exótico, México, y la equis de en medio sigue allí, sugerente, esa equis es una invitación, es una provocación. Para colmo está es una ciudad que solo tiene dos estaciones, una es seca, a veces es cálida, otras gélida, y la otra es húmeda, que es de igual manera, lo cual no te deja salvaguarda de la inclemencia, en cualquier momento lo atrapa a uno un viento helado o que en otro no existe resguardo ante el demencial sol, esta ciudad tan alejada del París de las callejuelas, del París de mi memoria, pero tan cerca en sus calles sórdidas y hambrientas de sexo, de sus plazuelas con prostitutas y sus andrajosos mendigos, con sus respectivos piojos, chinches y liendres, lo cual provoca que no sea difícil encontrar un amigo. 0 Cuando la hora de la comida se acerca, puede ser cualquiera, no importa, comida no falta, éste es un paraíso de la mendicidad, se consigue de muchas maneras. Últimamente he estado comiendo con una mecanógrafa de nombre Rosa, dice que trabaja en alguna oficina del gobierno, allí a un lado de la Alameda, un parque que de alguna forma escapo de algún libro de ficción, ella está obsesionada con el sexo oral, escribo para ella unos cuantos versos insulsos y ella me da de comer, a veces me compra ropa, cuida de mí, francamente es insoportable. 0
Otras veces deambulo por las calles del parque, me he encontrado con una mujer, no es tan vieja, pero hace mucho dejo de ser joven, dice que se llama Esmeralda, pero cada vez que lo dice parece estarme mintiendo, a mi no me importa en lo más mínimo, ni siquiera finjo interés, podría decirme que es la reina, tampoco creo que a ella le importe quien es, pero bien que lo tiene definido, se acuesta con cualquiera que la invite a comer, ni siquiera exige un restaurante, puede ser cualquier cosa, he conseguido comida para los dos, nunca me da las gracias, nunca habla de querer o de amor, si le llega a gustar alguien jamás lo dirá, estará con el si le da de comer, en muchos aspectos es casi perfecta.

Tiempos pasados fueron mejores… o cómo caminar con la nuca al frente.

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Es inevitable escuchar continuamente frases como “es que ya no es lo mismo de antes” o “me hubieras conocido entonces”; curiosamente dentro de unos años esas frases serán repetidas refiriéndose precisamente a estos momentos. ¿Qué es lo que nos hace vivir en esa constante retrospectiva? Parece que para disfrutar el presente tenemos que dejar que pasen unos años y que se convierta en pasado lejano; todo es bello en retrospectiva, todo es rosa en la añoranza. 0 Observamos, entonces, que no valoramos el momento exacto en el que vivimos, que nuestras vivencias son los ingredientes de un pastel que necesita ser horneado y reposado para poder disfrutarse. Vivimos en el anacronismo. 0 En nuestra memoria de momentos felices siempre hay un referente continuo que nos marca una pauta, que nos indica un máximo, un tope que en el fondo tenemos la certeza que nunca lograremos alcanzar de nuevo, pero, ¿lo advertimos mientras lo vivíamos? ¿Valoramos como tal ese momento exacto? ¿Cómo reconocerlo si sucediera en este instante? Tal vez debemos percatarnos de que avanzamos con la mirada puesta hacia atrás, de que el presente es tan furtivo que casi no existe, pero de que podemos asirnos a él porque es lo único que realmente tenemos, el pasado ya no está, y el futuro todavía no llega. Nuestra vida es de momentos, tomemos el nuestro a cada instante y construyamos nuestra vida en el ahora.

El Fin del Mundo

El Apocalipsis, hasta la palabra tiene cierto encanto, un tema siempre de moda, el juicio final, la humanidad está pendiente de lo que se considera el fin, pero de acuerdo con su protagonismo preveé su epílogo como el fin del mundo, no como el fin de la humanidad, sino como el fin del mundo, los dinosaurios se extinguieron en su totalidad, pero no fue el fin del mundo, fue el fin de los dinosaurios.
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La diferencia entre los seres humanos y los demás animales es la obtención de la conciencia, pero está lleva una maldición, la certeza de la muerte, la defensa entonces consiste en negarnos lo fugaz que somos, e inventarnos como seres de energía, de una energía infinita, eterna, todo magistralmente dirigido por un ser superior, entonces la religión actúa como un acto reflejo, el reaccionar instintivo hacia la muerte, y curiosamente, dichas religiones también deparan un fin, ellas nos ofrecen distintas versiones del fin del mundo, pero orientadas siempre a la generación del miedo, creando como ganancia la sumisión de sus adeptos; castigo para los desobedientes, premios para los que cumplen con las reglas impuestas.
0 El planeta está sujeto a diversos eventos que pueden ser ligados a una extinción masiva, de hecho se han documentado por lo menos dos sucesos de esta índole; una sobre exposición a rayos gamma debido a la explosión de una supernova en el espacio cercano casi extinguió la vida en el período Pérmico-Triásico (la era de los trilobites) y el famoso meteorito que cambio el curso evolutivo del planeta desapareciendo a los grande reptiles y dándole ventaja a los mamíferos. Estás dos teorías se aceptan ya como ciertas y actualmente también algunas conjeturas consideran que el diluvio universal fue de hecho el impacto de un cometa en el Océano Indico. Aunado a estos factores externos la contribución humana en el progresivo calentamiento global (que aún hay quien niega), aumenta la expectativa de un evento cataclísmico que amenace la vida humana.
0 ¿Será la purga que el planeta necesita? Pues de hecho ninguna especie, en ningún momento ha sida tan dañina a su entorno como la humana, lo que nos convierte en víctima de nuestra propia voracidad, pues tenemos la capacidad probada de crear, pero nuestra anti-naturaleza nos invita a destruir.
0 Entonces cuando el próximo cataclismo suceda, no habrá que temer. Solo ser concientes que pase lo que pase, nos lo merecemos.