Perdido en las profundidades de las Bermudas.

En el transcurso de una tarde entre los finales de los 70's y principios de los 80's, en lo que parecía un sueño, sumergido entre lo irreal, me parece haber visto una película, entre los vapores del olvido recuerdo una tortuga gigante, una niña misteriosa, un romance infantil, una hermosa mujer cuyos ojos se encendían en fosforecencia verde, pero sobre todo recuerdo, eso sí a todo detalle, al gigantesco quelonio, en cuyo caparazón se encontraba tallado un corazón con las letras "J+M", sumergirse lentamente hacia las profundidades, arrastrando tras de sí un arpón, cuyo dueño era jalado tras el a travès de una cuerda, todo ello mientras sonaba una hermosa e hipnótica pieza de guitarra. Nada más.
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Durante más de dos décadas he estado obsesionado con esas imágenes, de las cuales nunca estuve seguro de haber visto, mi único testigo fue mi hermano, cuya complicidad con el recuerdo se fue diluyendo con el paso de los años a tal grado que también me miraba cual demente cuando recordaba alguna de las pocas escenas que se mantienen en mi mente. Pero sobre todo la música, la tonada repetitiva se seguía reproduciendo fielmente en mi memoria para mi propio asombro, y cuya reminiscencia me llevó a aprender a tocar la guitarra solo para poder interpretarla, cuestión que logre después de algunas no pocas horas de práctica.
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Dicha película existió, y aunque pareciese tener lugar entre aquellas vástagas de Jaws! en las cuales un monstruo marino domina la pantalla, no lo era, bueno, no termino siéndolo, un hecho fortuito la separo de las desafortunadas secuelas de bestias subacuáticas; la fotografía submarina mezclada con el Concierto para lute y dos violines (largo) de Vivaldi, mi tonada misteriosa, extrañamente inducían a personas suceptibles, especialmente niños entre 7 y 14 años, a un estado hipnótico, una especie de sueño de masas, en el cual se imprimía, tanto la secuencia como la música, en el subconciente del espectador.
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The Bermuda Depths (Las Profudidades de las Bermudas) es el nombre de está producción para la televisón del año de 1978. Es curioso como fui afectado por ella, y más curioso era que nadie a mi alrededor recuerda haberla visto, lo cual me dejaba en un estado de esquizofrenia bastante severa. Afortunadamente después de tantos años la internet me dió la respuesta, y aunque la red proporciona información casi ilimitada sobre cualquier tema, es díficil hallar información acerca de la película, sobre todo si lo único que se tiene es una melodía rondando en la cabeza.
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El hecho que un conjunto de imágenes constituyan un legado a nivel inconciente de una parte de una generación da un sentimiento de pertenencia, sobretodo cuando esos recuerdos antes me habían llevado a una auto-segregación. Todo por una tortuga gigante.