"Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento…”
Nelson Mandela
A propósito del consabido tema de las elecciones, dejando en claro que no tengo filiación partidista (ni lo mande Buda), y que trato de evitar escribir al respecto, quería plasmar aquí algunas ideas al respecto.
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Primero la democracia, término que determina que el pueblo esta al poder, tal vez por ello en la percepción general y dentro de las campañas mediáticas, el concepto se ha manejaso cual panacea. Hemos aprendido a ver a la democracia como la solución de nuestros problemas y, peor aún, el principio de la evolución del país, siendo que no se ha puesto la atención en los puntos primordiales que la hacen funcionar.
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En la época moderna, la democracia, conceptualmente idealizada, surge del deseo de la clase trabajadora por alcanzar una equidad de derechos a los de la clase en el poder, siendo que por el contrario, en la práctica la clase en el poder la usa, por autocracia, para legitimar sus designios; entonces por principio la democracia sirve al poder. Esto se debe a un pequeño pero substancial punto: existe la constante falta de preparación del pueblo deseoso de ejercer sus derechos democráticos lo cual difiere puntualmente de las campañas mediáticas que diluvian sobre la población en alusión a que la democracia es simplemente el ejercer el derecho al voto. Lo anterior cumple etimológicamente con llevar la voluntad popular a un fin, pero incumple con la búsqueda de un bienestar común. Los intereses partidistas se convierten en un eje de polarización que presenta ideas fragmentadas, sin dar lugar a un consenso que permita una vista global de las necesidades del país.
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Tenemos entonces que la democracia, mal entendida y peor aún aplicada, se convierte en el mismo círculo vicioso que atenta contra la idea con la que fue acuñada. Urge entonces modificar el sistema educativo a fin de encontrar la forma de inculcar en los ciudadanos, esquemas que permitan la concientización de los derechos fundamentales y democráticos así como la responsabilidad civil, pero que, sobretodo nos muestre que el proceso real no comienza, ni mucho menos termina, con el sufragio, sino que el estudio de los planteamientos de las plataformas electorales, así como los perfiles de los candidatos, es una necesidad tan esencial, como el seguimiento del cumplimiento de las promesas de campaña. Solo con una ciudadanía proactiva, es como se puede permitir que el ejercicio democrático cumpla con el fin para el que fue creado en un principio.
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No creo tampoco en el voto en blanco, pues para que cumpla con su objetivo de convertirse en una medida, ya sea de castigo o solo de protesta, tiene que estar contemplada y legislada de alguna manera a fin de proponer la medida que se lleve a cabo, de acuerdo con la situación que se presente, de otra forma, no tiene sentido.