Miller y la ciudad de México.

El arte es una introspección, en la literatura pasa lo mismo, uno escribe y al escribir deja parte de si mismo en el papel, en la pantalla, en donde sea que se plasme la idea, cada obra es parte de su artista, pero no necesariamente esto quiere decir que la obra contenga toda la personalidad de su creador.
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Nunca me he preguntado si García Márquez tuvo un hijo con alguna de sus primas y que esté haya tenido cola, o si acaso Traven fue carretero, o tal vez que Vargas Llosa haya matado a alguno de sus compañeros en el liceo militar, sé que cada autor utiliza su experiencia para contar una historia, pero si la historia en si fuera totalmente cierta, le robaría al autor la creatividad y la libertad; lo convertiría en un cronista y no en un cuentista.
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He notado un claro paralelo en la Francia decadente de los veintes, y el México actual, en sus calles, en su ambiente, en su gente; la crudeza de la realidad nos lleva a recordar escritores existencialistas como Sartré, como Camus o como Henry Miller; especialmente Miller, que tan bien encaja en esta ciudad, que en su narrativa superior nos describe tan bien al ser humano que todos llevamos dentro y que renegamos de él. De Miller que nos muestra la realidad descarnada de la sobrevivencia del que está preparado a subsisitir, porque sabe que está perdido.
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Esto me da pauta para ubicar en unos párrafos a ese Miller en la caótica capital mexicana, un pequeño experimento para tratar de ver en sus ojos lo que nosotros observamos diariamente, o que quizá dejamos de observar por convertirse en cotidiano. El resultado fue publicado en la entrada pasada, sin embargo creo que debí haber incluido una especie de prólogo, ya que mi experimento propició una serie de malentendidos al ser leído como un diario. ¡Por supuesto que lo que escribí incluye vivencias! pero es un error leerlo como si solo eso fuese.
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Lo que escribí, como todo lo que he escrito lleva innegablemente una parte de mí; sin embargo no es en su totalidad lo que yo soy. Así como nunca se llega a conocer completamente a un hombre, menos se puede conocer a un escritor por su obra. No en el sentido estricto.

7 comentarios:

Adriana Dorantes Moreno dijo...

Un escritor no debe ni necesita justificar lo que escribe bajo ninguna circunstancia. Si existe gente que en su forma primitiva de entender la literatura, piensa que lo literario es forzosamente biográfico, ese ya no es problema del escritor en sí.

Claro que García Márquez narraba las historias de Florentino Ariza con cierta base real. O que Elena Garro recreó experiencias resultantes de su matrimonio con Octavio Paz en algunos de sus cuentos. Pero no por eso, evidentemente, hay que pensar que las cosas narradas son reflejo de la realidad, si no, ¿en dónde queda la literatura? o como dices, ¿qué diferenciaría a un cronista de un cuentista?

Si hay gente que no entiende lo que es literatura y la ficción que ésta implica y no es capaz de separarla de la realidad, ya no hay nada que un escritor pueda hacer sino quizá, resignarse a no tener un público a su altura, lo cual no es un mejor consuelo

Adriana Dorantes Moreno dijo...

Fe de erratas: Sartre en lugar de Sartré jeje

Anónimo dijo...

No se que tan real sea lo que escribiste la entrada pasada, pero suena a alguien que vive la vida sin pensar en otra cosa que no sea el momento lo cual esta bien, salvo que puede caer en un extremo que señala lo que escribes de alguien que vive sin importar nada ni la persona misma...

Ma. Luisa

Anónimo dijo...

¿Realidad o ficción?
¿A quién le importa?
Lo fascinante de tu forma de transportar al lector a la historia que narras en tu entrada pasada no necesita aclaración alguna para los malentendidos que pudieran surgir, sin embargo considero injustificable juzgar si están o no a la misma altura el escritor y su lector, ya que tú al darte el título de escritor es con la finalidad de trascender, yo preservare mis ideas pero tu las plasmas, siéntete satisfecho ya que eres capaz de alterar profundamente el mundo.

saludos.

anjelika

Anónimo dijo...

en referencia a su publicación más reciente en la que hace una nota aclaratoria, quiero comentar primero, que estoy de acuerdo en su visión acerca del México contemporáneo paralelo a la Francia decadente de los años 20, aunque también quiero decir que muy profundamente creo, que la decadencia ha sido parte fundamental de todos los tiempos, pues hasta donde yo recuerdo, desde el imperio romano en mis libros de historia de secundaria vengo escuchando de ese tema, creo que más bien, hablar de decadencia es hablar de un término moral muy subjetivo que puede aplicarse a cualquier época, porque a menos que me corrija usted, no recuerdo alguna sin decadencia. Lo anterior sólo es un comentario de esos que usted ya conoce salen de improviso y no controlo, pero regresando a lo sustantivo aprecio mucho el logro que tiene en plasmar su interés en la visión de Henry Miller, sepa usted que por supuesto conozco de Henry Miller, razón por la cual entiendo que lo que usted escribe no son vivencias estrictamente personales si no de su "altér ego", como lo hizo él al publicar "Trópico de Cáncer", más quiero que le quede claro y acepte, que cuando uno escribe, deja mucho de su personalidad implícito en la retórica de sus mensajes o bagajes compartidos. Yo no leo su diario y aunque tengo la fortuna de conocerlo de manera más personal, leo las publicaciones de un escritor. Añado pues, que lo que mencioné y provocó tanto revuelo en su círculo intelectual, al cual no tengo el honor de pertenecer, sólo fué un comentario PERSONAL hecho en un momento personal entre usted y yo, pues al cosiderarme seguidora de sus publicaciones y conocerlo fuera de reflectores puedo casi intuir sus mapas mentales.

Anónimo dijo...

TIEMPO PERDIDO, EXPLICAR LO QUE UNO ESCRIBE, LOS SENDEROS SON NUESTROS SOLO NUESTROS, ¿ALGUN PRIVILEGIO TENDRA EL ESCRITOR, O NO? VEN AL MAR, DEJATE FLUIR, QUE IMPORTAN LOS DEMAS.
ATTE. LA DUEÑA DEL COCOTERO

Anónimo dijo...

Well written article.